Palabra cazada: Pillaje

Dice Lázaro Carreter:

“Se estaba discutiendo en una tertulia televisiva, una cuestión candente, la del PER, gracias a la cual tantos campesinos aún pueden alcanzar el fin de mes. Y, junto  a casos de penuria inquietante, unos hablaron de abusos en la percepción del subsidio. Alguien los llamó ‘pillos’. Y entonces, una vehemente  periodista, ilustre por cierto, salió afirmando que en ese asunto, hay mucho ‘pillaje’. El diccionario dice de ‘pillo’ que equivale a ‘sagaz, astuto’, mientras que define ‘pillaje’ como ‘hurto, latrocinio, rapiña’ y que es también ‘saqueo’ o ‘depredación’.

¡Pobres perceptores, que a lo sumo se ayudan con chapucillas, convertidos en ladrones o desvalijadores, por gracia de quien asalta nuestras casas ignorancia en boca!”

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Palabra cazada: Restallido

Oigamos a Lázaro Carreter:

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“Pamplona celebró su San Fermín como suele: jolgorio puro y cornadas. Un munícipe ha prendido la mecha de un cohete pero el chupinazo no se ha oído a causa del clamor popular, es decir, por el formidable ‘restallido’ de la plaza según clama una locutora; pero allí no han sonado chasquidos de látigos u hondas, como en los tiempos pastoriles, sino gritos y taponazos de champán o cava. A ella le daba lo mismo ‘estallido’ que ‘restallido’: la embriagaba, nunca mejor dicho, un furor de Euménide.”

Palabra cazada: Quirófano

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Dice Lázaro Carreter:

“Palabra que, según mi admirado Emilio Lledó, inventó un médico español. Tanto él como yo la hemos buscado por todo Occidente y los dos hemos fracasado.

Quirófano cuenta con dos formantes griegos: kheir (mano) y –fano, procedente de diapháinein (mostrar). Y, en efecto, el quirófano era el local en el cual podían verse operaciones quirúrgicas ‘al través de una separación de cristal’ (DRAE); etimológicamente, se veían, claro, las manos del cirujano; por extensión quirófano denomina hoy cualquier sala donde se efectúan estas operaciones.”

Palabra cazada: Tanatorio

Dice Lázaro Carreter:

“La palabra ‘Tanatorio’ es ajustada y culta. Está formada por el griego ‘thánatos’ (muerte), y el sufijo ‘-torio’ , que entre otras cosas significa ‘lugar’ (laboratorio, ambulatorio, observatorio, purgatorio). La Academia acogió el vocablo en 1992, y hubo quien, al principio lo confundía con ‘sanatorio’.

Siendo tan razonable y significativo ‘tanatorio’, ¿cabe esperar que obtenga carta de ciudadanía entre otras lenguas? (Pero quizá tampoco nos hacía falta, contando con ‘velatorio’, que no suena a difunto sino a personas vivas que lo acompañan con piadosa consternación.)”

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