Es tal la cantidad de veces que “bueno” encabeza
las contestaciones de la gente a las preguntas que se les formula, que tanto en
las entrevistas de Radio y TV como incluso en las conversaciones normales entre
la gente, parece que no haya otra manera de responder que empezar por este
“bueno”.
Es decir, políticos, deportistas (sobre
todo éstos), profesionales de toda índole, personajes y personajillos, todos se
han contagiado como si se tratara de una pandemia de este correlato del “well”
inglés o del “bon” francés.
En castellano, “bueno” tiene ya otros
sentidos: de asentimiento, de sustitución, de sorpresa, de reanudación del
discurso y otros más, pero siempre como interjección.
Lázaro Carreter nos dice que no puede por
menos que descalificar mentalmente a quien, como muletilla, todas las
contestaciones las empieza con el dichoso “bueno”.